Sin embargo, cuando hablamos del 'compás' de una obra (en singular) normalmente nos referimos al número de tiempos que hay en cada uno de esos 'compases', es decir, a la manera en que están configurados. Esto se suele representar gráficamente con un conjunto de dos números, que se escriben al principio de la obra, con los que se nos indica el número de tiempos y el valor de cada uno de ellos.
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Desde este punto de vista, se habla habitualmente de compases 'binarios' y compases 'ternarios'. Los primeros son aquellos que tiene 2 (o algún múltiplo de 2) tiempos por compás, lo que implica que habrá un tiempo 'fuerte' por cada tiempo 'débil'. Los segundos (los compases ternarios) son aquellos que tiene 3 (o algún múltiplo de 3) tiempos por compás, lo que significa que habrá un tiempo 'fuerte' por cada dos tiempos 'débiles'. Ese es el motivo por el que los 'compases ternarios' son tan comunes en la música para la danza: son más "saltarines" y se prestan mejor para la realización de determinados pasos de baile.