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Autor: Iago Mejuto

Las escuelas de música como factor determinante en la educación musical

El papel de las escuelas de música ha sido objeto de estudio por parte de la Comisión de Música, y a ellas se le dedica un extenso apartado en el informe titulado RETURNING OUR AMBITION FOR MUSIC LEARNING (“nuevas metas para la enseñanza de la música”). En el mismo, se recuerda que es absolutamente necesario que todas las escuelas reciban apoyo, para que éstas puedan brindar a sus alumnos una oferta educativa de calidad, basada en unos planes de estudios eficaces. Según una encuesta realizada entre personas que habían estudiado música cuando eran niños -y publicada en el mencionado informe-, el 24% afirmó que -para ellos- la "escuela" (incluyendo aquí a los maestros y al entorno escolar) había sido el factor más determinante en su progreso personal.

nuevos horizontes

Recomendaciones

En este informe se hacen una serie de recomendaciones, que podríamos agrupar en tres puntos clave, como son:  (1) el lugar que ocupa la música en el sistema educativo, (2) los modelos de aprendizaje y (3) los materiales didácticos empleados:

  • En primer lugar, es necesario reconocer la importancia de la música -y de la cultura en general- en el ámbito escolar. Ahí, la creatividad debe ser entendida como un elemento formativo de la personalidad del individuo, es decir, como algo esencial que prepara a los alumnos para la vida, más allá de la propia escuela. Hasta tal punto esto debería ser así, que la "excelencia educativa", en el caso de las escuelas, sólo debería ser contemplada en el caso de aquellos centros que tengan una rica oferta en artes creativas en su currículo académico (incluida, claro está, la música). Esa excelencia debería ser -además- promovida por la inspección educativa, siendo estas escuelas puestas como ejemplo, a nivel nacional, en informes y estudios públicos.
  • En segundo lugar, debería haber modelos educativos de ámbito nacional -basados en las mejores prácticas existentes- que puedan servir de guía para los profesores y los directores de las escuelas, para que éstos a su vez puedan ayudar a los alumnos a alcanzar los conocimientos y las habilidades correspondientes a cada etapa de aprendizaje. Es decir, no sólo es necesario un buen plan de estudios, sino también apoyo para todos aquellos involucrados en la educación musical... un soporte que podría llegar a través de organizaciones o servicios diversos.    
  • Por último, se considera necesario disponer de materiales de estudio modernos y actualizados. Esto implica el apoyo al desarrollo de editoriales específicas en el ámbito de la educación musical, que pongan a disposición de la comunidad educativa herramientas y recursos de alta calidad, que proporcionen -además- orientación y claridad a los profesores sobre "cómo" y "qué" enseñar y/o evaluar.

La realidad de las escuelas de música en la actualidad

A pesar de todo lo dicho, la realidad en la que viven las escuelas de música es cruda, ya que están soportando una gran presión... que en demasiadas ocasiones les impide desarrollar sus respectivos proyectos educativos adecuadamente. Esta difícil situación suele estar relacionada con dos obstáculos recurrentes, como son la manera de financiar los servicios que ofrecen y la necesidad imperiosa de demostrar los logros conseguidos, a través de unos resultados ponderables. 

escuela

Los autores del informe -a pesar de las recomendaciones- son conscientes de la falta de reconocimiento que sufre la música en el ámbito escolar, ya que al convertirla en una materia opcional, se aleja del lugar que le debería corresponder por su potencial formativo. Las consecuencias las podemos percibir a simple vista, y observamos cómo la música, entendida como una materia de estudio, está en retroceso en los distintos currículos académicos.

Se reconoce también que la inspección educativa -y sus controles de calidad- son una herramienta importante para mejorar, pero creen que es necesario aclarar qué se entiende por "calidad", ya que las definiciones que nos encontramos varían enormemente. Por eso, es necesaria una guía más clara para las escuelas sobre la calidad en la educación, que tengan en cuenta cómo suena y cómo se ve la música fuera de ellas.

A esa confusión también contribuyen los profesores, ya que son quienes determinan cuáles son los contenidos que se enseñan, y por lo tanto, qué es lo que se aprende. Y lo cierto es que esa es una gran responsabilidad que, bajo el liderazgo de las autoridades públicas, deberían compartir con otros expertos. De este modo, se definirían claramente -y entre todos- cuáles serían los criterios de calidad, y así, se establecería una dirección más clara, lo que permitiría un mejor desarrollo de la actividad pedagógica (por parte de los profesores) y un mejor aprovechamiento (por parte de los alumnos).

Mi opinión personal

Sin embargo, a pesar de todo lo expuesto por los autores de RETURNING OUR AMBITION FOR MUSIC LEARNING en relación con el papel que juegan las escuelas de música, a mí personalmente me asaltan muchas dudas al respecto. Estas tienen que ver -principalmente- con el papel que desempeñan las mencionadas escuelas cuando éstas desarrollan su labor en unas condiciones inadecuadas... algo que por desgracia es muy habitual en nuestros días. Es decir, la pregunta que yo me hago es la siguiente: ¿qué papel juegan las escuelas de música cuando -en la práctica- sucede exactamente lo contrario de lo que se señala en el informe como "recomendable" o "necesario"?

Siguiendo con este razonamiento, ¿qué pasa cuando las escuelas, por falta de apoyos, son incapaces de ofrecer a sus alumnos una oferta educativa de calidad, ya que ésta se basa en unos planes de estudios ineficaces? Posiblemente, si se repitiera la encuesta citada al principio de este artículo, el resultado sería el mismo pero de signo contrario. Es decir, que el 24% culparía a la "escuela" (incluyendo aquí a los maestros y al entorno escolar) como el factor más determinante de su fracaso personal (y esto quizá explicaría las altas tasas de abandono escolar que se padecen hoy en día). 

Y si continuamos del mismo modo, siguiendo los tres puntos claves descritos en las recomendaciones (sistema educativo, modelos de aprendizaje y materiales didácticos) podríamos preguntaros qué sucederá cuando, en el ámbito escolar, no se le de a la música -y a la cultura en general- el reconocimiento que se merece, debido a que la creatividad es entendida como un elemento accesorio (y por tanto prescindible) que no tiene nada que aportar en la formación de una persona. Pues lo que sucederá no es ningún misterio: es el descrédito social de la música, de los docentes y de sus estudiantes... y el alejamiento -por parte de las escuelas- de una "excelencia educativa" que sólo puede venir de la mano de unos sistemas educativos integrales. 

Así mismo, ¿qué pasará cuando, por falta de compromiso de las administraciones públicas, no hayan unos modelos educativos basados en las "mejores prácticas existentes", sino que cada profesor determinará cuáles son los contenidos que enseña a sus alumnos, sin compartir esa responsabilidad con nadie más que son su propia conciencia? Pues lo que pasará es que los profesores (y los directores de las escuelas) padecerán -inevitablemente- una falta de apoyos, de todo tipo, en el ejercicio de su labor educativa. Además, tendrán que trabajar en ausencia de unas guías claras que les permita a esos docentes orientar a sus alumnos y ayudarlos así a alcanzar los conocimientos y las habilidades correspondientes a cada etapa del aprendizaje. Es decir, la falta de unos modelos educativos que estén basados en las "mejores prácticas existentes" -y que cristalicen en una legislación de ámbito nacional- no generará otra cosa más que confusión, tanto en los maestros como en los alumnos.

Y por último, ¿qué sucederá cuando los alumnos no dispongan de materiales de estudio modernos y actualizados, debido a la ausencia de editoriales específicas en el ámbito de la educación musical? Pues que no habrán ni herramientas ni recursos de alta calidad a disposición de la comunidad educativa, lo que contribuirá todavía más a perpetuar un estado de zozobra generalizado, que afectará directamente a la manera de enseñar y de evaluar por parte de los profesores.

En definitiva, el informe RETURNING OUR AMBITION FOR MUSIC LEARNING arroja luces pero también muchas sombras acerca del panorama educativo actual. En mi opinión, no responde a la pregunta de cuál es el papel de las escuelas de música, ya que no tiene en cuenta las condiciones de trabajo realmente existentes de las mismas, es decir, qué pasa cuando las condiciones están lejos de ser las ideales. Quizá aquí el problema es el ámbito de la investigación realizada, que se circunscribe al Reino Unido, sin contemplar otras realidades más allá, y por ese motivo, hay que leerlo con cautela (aunque sin negar las evidencias que en él se exponen).

Desde mi punto de vista, la principal crítica que yo le hago al informe es que se da por hecho, en todo momento, que el papel de las escuelas de música tiene que ser necesariamente bueno por naturaleza, y no se contempla otra posibilidad. Yo no estoy de acuerdo con esta visión un tanto ingenua de la realidad, y creo que es necesario contemplar más de un escenario... Es decir, no sólo debemos tener en cuenta la magnífica labor que las escuelas de música pueden -y deben- ejercer sobre los alumnos, sino que también debemos tener presente el papel negativo que, en determinados casos, pueden llegar a desempeñar algunas de ellas (especialmente cuando éstas desarrollan su labor en unas condiciones precarias o inadecuadas).

Cuando hacen su labor con apoyos, con reconocimiento social e institucional, en el marco de unos modelos educativos "excelentes" y unos planes de estudio eficaces, con una inspección educativa evaluando los procesos de manera adecuada, con unos materiales de estudio modernos y actualizados, un profesorado con apoyos diversos y un alumnado con orientación y recursos... yo me pregunto: ¿qué puede ir mal entonces? Pero cuando lo que sucede es exactamente lo contrario de lo que acabo de describir... ¡y no sólo eso! Cuando las pobres escuelas -además- se ven tremendamente presionadas por cuestiones relacionadas con la financiación de sus servicios y por la necesidad imperiosa de mostrar permanentemente unos resultados ponderables (lo que las condena prácticamente a tener que justificar su propia existencia casi a diario)... la cosa cambia radicalmente.

En tales circunstancias, algunas escuelas de música no pueden marcarse otro objetivo más que el de su propia supervivencia, y para ello, algunas pueden llegar a comportarse como unos auténticos leviatanes que, por un lado, actúan como verdaderas aspiradoras de recursos (públicos y privados), mientras que por el otro, ejercen como auténticas trituradoras del talento de sus alumnos, con efectos absolutamente devastadores para muchos de ellos. Por lo tanto, las escuelas de música pueden -y deben- suponer una gran oportunidad, para aprender más y mejor, pero la realidad nos demuestra que -en algunas ocasiones- también pueden suponer un auténtico peligro, un riesgo que debemos tener presente para poder actuar en consecuencia.

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