Sin embargo, a pesar de todo lo expuesto por los autores de RETURNING OUR AMBITION FOR MUSIC LEARNING en relación con el papel que juegan las escuelas de música, a mí personalmente me asaltan muchas dudas al respecto. Estas tienen que ver -principalmente- con el papel que desempeñan las mencionadas escuelas cuando éstas desarrollan su labor en unas condiciones inadecuadas... algo que por desgracia es muy habitual en nuestros días. Es decir, la pregunta que yo me hago es la siguiente: ¿qué papel juegan las escuelas de música cuando -en la práctica- sucede exactamente lo contrario de lo que se señala en el informe como "recomendable" o "necesario"?
Siguiendo con este razonamiento, ¿qué pasa cuando las escuelas, por falta de apoyos, son incapaces de ofrecer a sus alumnos una oferta educativa de calidad, ya que ésta se basa en unos planes de estudios ineficaces? Posiblemente, si se repitiera la encuesta citada al principio de este artículo, el resultado sería el mismo pero de signo contrario. Es decir, que el 24% culparía a la "escuela" (incluyendo aquí a los maestros y al entorno escolar) como el factor más determinante de su fracaso personal (y esto quizá explicaría las altas tasas de abandono escolar que se padecen hoy en día).
Y si continuamos del mismo modo, siguiendo los tres puntos claves descritos en las recomendaciones (sistema educativo, modelos de aprendizaje y materiales didácticos) podríamos preguntaros qué sucederá cuando, en el ámbito escolar, no se le de a la música -y a la cultura en general- el reconocimiento que se merece, debido a que la creatividad es entendida como un elemento accesorio (y por tanto prescindible) que no tiene nada que aportar en la formación de una persona. Pues lo que sucederá no es ningún misterio: es el descrédito social de la música, de los docentes y de sus estudiantes... y el alejamiento -por parte de las escuelas- de una "excelencia educativa" que sólo puede venir de la mano de unos sistemas educativos integrales.
Así mismo, ¿qué pasará cuando, por falta de compromiso de las administraciones públicas, no hayan unos modelos educativos basados en las "mejores prácticas existentes", sino que cada profesor determinará cuáles son los contenidos que enseña a sus alumnos, sin compartir esa responsabilidad con nadie más que son su propia conciencia? Pues lo que pasará es que los profesores (y los directores de las escuelas) padecerán -inevitablemente- una falta de apoyos, de todo tipo, en el ejercicio de su labor educativa. Además, tendrán que trabajar en ausencia de unas guías claras que les permita a esos docentes orientar a sus alumnos y ayudarlos así a alcanzar los conocimientos y las habilidades correspondientes a cada etapa del aprendizaje. Es decir, la falta de unos modelos educativos que estén basados en las "mejores prácticas existentes" -y que cristalicen en una legislación de ámbito nacional- no generará otra cosa más que confusión, tanto en los maestros como en los alumnos.
Y por último, ¿qué sucederá cuando los alumnos no dispongan de materiales de estudio modernos y actualizados, debido a la ausencia de editoriales específicas en el ámbito de la educación musical? Pues que no habrán ni herramientas ni recursos de alta calidad a disposición de la comunidad educativa, lo que contribuirá todavía más a perpetuar un estado de zozobra generalizado, que afectará directamente a la manera de enseñar y de evaluar por parte de los profesores.
En definitiva, el informe RETURNING OUR AMBITION FOR MUSIC LEARNING arroja luces pero también muchas sombras acerca del panorama educativo actual. En mi opinión, no responde a la pregunta de cuál es el papel de las escuelas de música, ya que no tiene en cuenta las condiciones de trabajo realmente existentes de las mismas, es decir, qué pasa cuando las condiciones están lejos de ser las ideales. Quizá aquí el problema es el ámbito de la investigación realizada, que se circunscribe al Reino Unido, sin contemplar otras realidades más allá, y por ese motivo, hay que leerlo con cautela (aunque sin negar las evidencias que en él se exponen).
Desde mi punto de vista, la principal crítica que yo le hago al informe es que se da por hecho, en todo momento, que el papel de las escuelas de música tiene que ser necesariamente bueno por naturaleza, y no se contempla otra posibilidad. Yo no estoy de acuerdo con esta visión un tanto ingenua de la realidad, y creo que es necesario contemplar más de un escenario... Es decir, no sólo debemos tener en cuenta la magnífica labor que las escuelas de música pueden -y deben- ejercer sobre los alumnos, sino que también debemos tener presente el papel negativo que, en determinados casos, pueden llegar a desempeñar algunas de ellas (especialmente cuando éstas desarrollan su labor en unas condiciones precarias o inadecuadas).
Cuando hacen su labor con apoyos, con reconocimiento social e institucional, en el marco de unos modelos educativos "excelentes" y unos planes de estudio eficaces, con una inspección educativa evaluando los procesos de manera adecuada, con unos materiales de estudio modernos y actualizados, un profesorado con apoyos diversos y un alumnado con orientación y recursos... yo me pregunto: ¿qué puede ir mal entonces? Pero cuando lo que sucede es exactamente lo contrario de lo que acabo de describir... ¡y no sólo eso! Cuando las pobres escuelas -además- se ven tremendamente presionadas por cuestiones relacionadas con la financiación de sus servicios y por la necesidad imperiosa de mostrar permanentemente unos resultados ponderables (lo que las condena prácticamente a tener que justificar su propia existencia casi a diario)... la cosa cambia radicalmente.
En tales circunstancias, algunas escuelas de música no pueden marcarse otro objetivo más que el de su propia supervivencia, y para ello, algunas pueden llegar a comportarse como unos auténticos leviatanes que, por un lado, actúan como verdaderas aspiradoras de recursos (públicos y privados), mientras que por el otro, ejercen como auténticas trituradoras del talento de sus alumnos, con efectos absolutamente devastadores para muchos de ellos. Por lo tanto, las escuelas de música pueden -y deben- suponer una gran oportunidad, para aprender más y mejor, pero la realidad nos demuestra que -en algunas ocasiones- también pueden suponer un auténtico peligro, un riesgo que debemos tener presente para poder actuar en consecuencia.